La sexualidad forma parte de nuestra naturaleza y es nuestra obligación disfrutar de ella. Sin embargo, la sexualidad maneja variables emocionales que hacen de ella un recurso tan enriquecedor como peligroso. Hablar de intimidad es hablar de algo profundo, bien, pues ¿qué piensas si te cuento que la sexualidad forma parte de la intimidad?
¿Cómo se expresa la intimidad en la sexualidad?
Cuando tenemos una relación de intimidad con alguien, sentimos la confianza; no hay que disimular, puedo ser yo mism@ sin el disfraz que nos ponemos para protegernos en la vida diaria. Hablamos y nos mostramos como somos en realidad. Cuando nos desnudamos delante de otra persona, hacemos el mismo acto de confianza. Nos mostramos desde la más natural y primitiva forma: la desnudez, confiando que la otra persona (no importa género), me recoja desde donde estoy, no me lastime y, además, que me ayude a disfrutar. ¿Te das cuenta del acto tan sutil pero valioso que hacemos en esta entrega que supone la sexualidad?
En la actualidad, hemos desnaturalizado este hermoso acto desproveyendo toda la parte emocional para dirigirnos a él como una simple descarga de energía, un desahogo superficial hacia la persona que se me presenta delante. Dejo fluir mi necesidad para satisfacer mi placer como prioridad. Sí, esto forma parte de la naturaleza animal, lo que en sí no es malo.
Pongamos, por ejemplo, una perrita en celo. Durante este proceso llamado celo, buscará la mejor pareja que se le pueda presentar para tener su descendencia. Sin embargo, cuando está plenamente madura, cuando de manera instintiva la hembra se da cuenta de que, si espera, no será fertilizada, busca hasta con desespero ser cubierta sin demasiada exigencia.
Observando la conducta, es absolutamente entendible y aceptable, puesto que la base de la misma tiene que ver con la procreación, no con el disfrute. Pero el ser humano es emoción, tiene valores (como el respeto) y tiene una mente pensante, lo que nos coloca en una posición de superioridad con respecto a los mamíferos. En el ser humano, el concepto de disfrute asociado a la sexualidad es mucho más amplio lo que nos permite una profundidad muy lejos de lo anterior.
Está claro, pues, en el sexo hay disfrute, diversión y juego, porque ponemos conciencia e instinto para ello. Ponemos tanto como palabras se te ocurran: gozo, imaginación, creatividad, contacto, movimiento, energía y seguro que se te ocurren un montón más. Pero para jugar necesitamos saber las reglas (implícitas y explicitas), y comprometernos con ellas. Si nuestra meta es pasarlo bien, debemos cuidarnos y cuidar; disfrutarnos y disfrutar del otr@; escucharnos y escuchar al otr@.
Durante el sexo en todo momento se ponen a prueba nuestros deseos y nuestros límites, por eso es tan importante estar presentes, por nosotr@s mism@s y para la otra persona. Este es el gran acto de intimidad: expresar y escuchar; permitir sentir el placer y proporcionar placer. Estar pendiente de lo mío sin olvidar que estoy con otra persona. Un bonito juego de baile en donde la intención es que ninguno de los dos caigamos al suelo.
¿Cómo disfrutar de la sexualidad desde la intimidad?
Empecemos con lo más sencillo que tiene que ver con la sexualidad con un@ mism@. Aprender cómo funciona tu propio cuerpo es una tarea importante. ¿Por qué? Sencillo, la persona con la que estamos no tiene que adivinar lo que nos gusta y qué nos produce rechazo. Puedes ayudarle guiándole para que sea más satisfactorio para ti, y también, evitar que la otra persona realice alguna acción que te resulte incómoda o molesta. Desde la sinceridad contigo mism@ es más fácil conectar con el/la otr@, porque también la otra persona se siente más calmada, puesto sabe que le guiarás en tu propio placer.
Y mientras me miro, no dejo de interactuar con la otra persona para que comparta la información que me guiará a mí. Es decir, disfrutar desde el respeto hacia la otra persona y hacia mí mism@. ¿Te das cuenta de lo sencillo que es cuando conectamos desde la intimidad real y sincera?
Trucos para hacer que el acto sexual nos lleve al terreno de la intimidad.
- Trata el cuerpo de la otra persona como un preciado regalo.
Que la otra persona te entregue su desnudez y su cuerpo es un acto de confianza hacia ti. Está allí para disfrutar contigo, no espera que la lastimes. Por ello, honra su cuerpo tratándolo con el cuidado que requiera la ocasión y desde los acuerdos que tengáis. Sé consciente de que puedes hacer daño sin ser violento; esto es: puedo lastimar con un comentario desafortunado o hiriente, tratar con indiferencia… Es importante no olvidar que te están dando un regalo. No descargues tu rabia. - Habla sobre ti en primera persona y en presente. Comparte información. En la sexualidad estamos en todo momento en el presente, y como tal, tenemos que hablar. Aquí y ahora quiero esto o aquello, me gusta o me disgusta, me siento o no me siento… Ayuda a la otra persona a que pueda conectar contigo prestando información de aquellos gestos o fantasías que te ayudan a excitarte más. Si algo te ha gustado mucho, compártelo, de igual modo que con asertividad puedes hacerle saber que determinada cosa no quieres que se repita, porque no te ha sentado bien. Poder hablar así, convierte la sexualidad en un acto de libertad compartida.
- Honra la confianza que deposita la otra persona sobre ti.
Nada es más hermoso que sentirnos en confianza, sin disimulos. Nos lleva a la tranquilidad y al disfrute casi de manera automática. Piénsalo. En este encuentro de intimidad en el que estamos desnudos, la confianza nos abre, nos regala momentos mágicos. No desperdicies estos momentos faltando a la confianza que te entregan. Dos personas en un acto de intimidad puede ser la oportunidad de almacenar recuerdos muy hermosos, incluso cuando no tengamos intención de volver a ver a esa persona. - Sé compasiv@.
No nacemos enseñados en las prácticas amatorias ni en nada. Exigir que las personas ya tengan experiencia, que sepan qué hacer, que me entreguen lo que yo quiero, me coloca en una posición de superioridad. Está bien disfrutar del placer que me entrega esta persona dentro de sus posibilidades. A lo mejor contigo pueden aprender algo diferente, aunque solo sea un acto de paciencia, humildad o afecto. No siempre podemos ser leones, porque hasta ellos se cansan de ser los reyes de la selva. - Por último, no te olvides de las neuronas espejo: Si la otra persona disfruta, tú disfrutas más. Así estamos construidos de una manera natural. Ver el disfrute del otr@, incita nuestra excitación. Esto lo sabe muy bien la industria del porno. Así que, te animo a que te permitas dejar que la experiencia de placer sea recíproca. Abandónate también el placer de la otra persona para potenciar el tuyo propio y triplicarlo a través de la sintonía.
Si te das cuenta, poner en práctica todo esto hace que el acto se sexual se eleve a un lugar de encuentro, confianza y presente. ¿Qué te parece la idea?
Sin duda, la sexualidad es estimulante, pero si añadimos intimidad a este juego, el resultado será más intenso y satisfactorio. Si sientes que tienes mucha dificultad para disfrutar de la sexualidad en el encuentro con el otro, no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Te ayudaremos a que puedas experimentar con mucha más libertad y plenitud.
Inma García Beviá
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