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El canal de las emociones en las relaciones personales

La escucha emocional aparece en cualquier relación personal pero que suele pasar desapercibida. Se ha hablado mucho de la escucha activa por la que se consigue tener un diálogo efectivo y eficiente. Entender lo que quiere transmitir la otra persona. La escucha emocional atiende el contenido emocional asociado al mensaje que se quiere transmitir.

Por ello, escucha emocional es recibir lo que nos está transmitiendo la otra persona en el plano afectivo, entender su emoción y el motivo por el que se manifiesta, para ayudar en la gestión emocional.Además, tenemos en cuenta que nos relacionamos en el terreno emocional siendo conscientes de que no somos de piedra. Las emociones de los otros nos tocan. ¿Nunca os ha pasado ver a alguien llorar y emocionaros con la persona? Habréis escuchado un montón de veces frases como: “No me gusta verte llorar” o “No puedo verte tan triste o tan enfadad@”… Las emociones nos pueden atravesar si las dejamos entrar. Atender emociones que yo no tolero se puede hacer una tarea muy complicada. Como luego veremos, entiendo mis emociones para entender también las de los demás.

Asi pues, escuchar emocionalmente implica consciencia y sintonía. Estar en el otro y en un@ mism@. Recibir, entender y no quedarnos pegados en la emoción del otro. Escuchar la necesidad del otro y atenderla respetando nuestras limitaciones.

¿Para qué aprender la escucha emocional?

Los seres humanos necesitamos intimidad y confianza para poder expresar nuestros sentimientos más profundos y nuestros problemas. Cuando nos disponemos a entregar este espacio de escucha a una persona le damos un regalo. Le entregamos el entorno y los brazos en donde poder ventilar su emoción y sus problemas. Fomentamos lo denominado “humanidad compartida”, que es la sensación de que no estamos sol@s en la dificultad. Esto es tremendamente importante. A través de la conexión, sentimos que somos importantes, que tenemos derecho a ser, a sentir y a dolernos. Cuando nos sentimos escuchados emocionalmente, nos aliviamos y desde aquí es más fácil abordar la solución.

¿Cómo aprendemos a ser escuchadores emocionales?

  • Postura de escucha. Colocarnos en una posición en donde mi cuerpo exprese que estoy abiert@ y dispuest@ para ti. Orejas atentas, postura erguida y un poco hacia delante, respiración tranquila y cercanía respetando la distancia de seguridad de la otra persona. A veces es bueno tocar si conocemos que a la persona le gusta. Podemos pedir permiso para cogerle la mano, colocarnos a su lado muy cercan@s o incluso abrazar. Si no conocemos a la persona, mejor definir una distancia en la que sienta mi presencia, pero no se sienta invadida.
  • Apertura de mi canal emocional. para sentir lo que nos está sucediendo en nuestro cuerpo relacionado con lo que me transmite. Escuchamos el contenido pero también la sensación de lo que nos llega emocionalmente.
  • Entiende, no juzgues. Curiosidad y deseo de saber. Expresa tu intención de escuchar, de estar presente. El juicio sólo dificulta la comunicación porque el objetivo de la relación es la atención emocional, la apertura y no la reprobación. Si ya sé que he metido la pata y me duele, no me ayudas reafirmando mi error.
  • Estoy para la otra persona, no para mí. Muchas veces lo que nos cuentan se conecta con lo que yo he vivido. ¡Importante!: Soy otra persona con otra historia y otra personalidad. Lo mío no tiene que ser lo bueno ni lo mismo. Acallar a la otra persona contando lo que me ha pasado a mí, consigue que la interacción se rompa. La persona no se siente escuchada y puede incluso llegar a enfadarse.
  • Cuidado con la búsqueda de soluciones. Muchas veces sentimos que el objetivo de hablar sobre algo es buscar la solución y no siempre es así. Hay que recordar que es la propia persona que sufre la que tiene que encontrar las soluciones y abordarlas. En ocasiones, lo único que se pretende es descargar, aliviar porque sabe lo que se tiene que hacer. A través de contarlo afianza la seguridad para abordar la solución, pero primero necesita calmar la emoción.
  • No demos nada por hecho, ante la duda: PREGUNTA. ¿necesitas soluciones? ¿necesitas contacto? ¿necesitas simplemente escucha? Mejor preguntar que realizar conductas que interrumpan la comunicación emocional.

Por último, hagamos una pequeña reflexión sobre qué emociones nos cuestan gestionar, puesto que esa misma dificultad la tendremos a la hora de abordarlas fuera. Si no me gusta nada llorar, ni que me vean triste, cuando reciba desde fuera esa emoción, trataré de cortarla lo antes posible por mi propia incomodidad. Podré decirme cosas como; “No llores, no es necesario para esto”, “Si lloras, no te entiendo”…

Es importante recordar una regla de oro emocional: NO INVALIDES LO QUE SIENTO.

Esto es fundamental. Cuando nos dicen que no debemos sentir algo, nos sentimos indefensos porque, caray, ya es tarde… lo estoy sintiendo. Y peor, ¡te hablo porque no sé cómo quitarlo! De esta forma, lo primero que vamos a abordar es ayudar a la persona a bajar la intensidad de la emoción. No podemos buscar soluciones o cambiar la perspectiva cuando la emoción se apodera de todo nuestro sistema afectivo. Hay que recordar que la racionalidad se apaga cuando nuestro sistema emocional está excesivamente activado.

En conclusión, la escucha emocional facilita la gestión emocional de la otra persona y nos ayuda a conectar. Si sientes que te ayudaría mucho aprender esta herramienta, no dudes en contactar con nosotras. Además, tiene un beneficio más: Una vez he aprendido a hacerlo, también puedo enseñar a mi entorno a realizar esta escucha de forma que sea un apoyo para mi mism@. ¡Llámanos!

Inmaculada García Beviá – CV06074

Avenida Pintor Baeza 7, local izquierda (al entrar en la plaza)

Teléfono: 634 565 947

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