*(este artículo se escribió y publicó durante el confinamiento, pero es igualmente útil) Este año no podemos hacer la Romería de la Santa Faz y desde nuestras casas, añoramos la caminata, el camino y la compañía. Por fe o por diversión, nos ponemos en marcha a través del ejercicio. Bien dispuestos a disfrutar de esas emociones, lo que hace que el camino sea más placentero. Sin embargo, a veces no es agradable el ejercicio sin tener nada que ver nuestra salud corporal. Mi cuerpo físico responde bien a la tarea, pero mi sensación emocional me impide que la tarea se conecte con el placer.
Ahora estamos mucho más concienciados que antes de la importancia de cuidar nuestro cuerpo. Una buena alimentación y ejercicio: esta es la base que nuestra sociedad está implementando desde hace unos años y que es realmente efectiva. Sin embargo, no podemos hablar de autocuidado sin tener en cuenta que las emociones viven en nuestro cuerpo influyendo en la energía. Por ejemplo, contrayendo los músculos (el enfado se suele instalar en los hombros y en el cuello), generando tensiones (la ansiedad apuntala las mandíbulas en muchas ocasiones) e incluso arrugas (identificamos una cara que ha reído mucho a través de dichas arrugas).
Cuidamos nuestro cuerpo a través del ejercicio como un reto. Tanto tiempo, tanta exigencia, tantos ejercicios. Es una manera sana que no observa las emociones en la ecuación, las cuales van a estar interfiriendo en nuestro cuerpo y pensamiento.
¿Cómo podríamos tener en cuenta las emociones en nuestro ejercicio?
Cambiando la perspectiva. Al realizar ejercicio físico con la atención puesta en la cantidad de ejercicio que hacemos, dejamos de prestar atención a lo que mi cuerpo me va demandando. Añadir la conciencia de qué está sucediendo dentro de cada músculo, de mi respiración e incluso del latido de mi corazón, facilita la percepción de las emociones y el cuerpo al mismo tiempo.
No hay que olvidar que las emociones tienen inevitablemente una expresión corporal.
Las emociones van a aferrarse a una zona de nuestro cuerpo, de tal suerte que, por ejemplo;
- Cuando estamos muy enfadados, notaremos que nuestras extremidades están más engarrotadas, la mandíbula crispada y la parte del pecho tensa, caminaremos más deprisa. Incluso, es posible que deseemos comer cosas crujientes.
- En cambio, si estamos tristes, bajaremos la velocidad apaciguando la energía sin ganas de hacer nada, caminando despacio. Tal vez nos apetezca comer algo sedoso, esponjoso y dulce.
- La alegría irradia esa energía por todo el cuerpo y nos sentimos muy energetizados, con ganas de saltar. Es posible que nos apetezca comidas con colores, como por ejemplo una buena ensalada variada y crujiente.
Estos ejemplos sirven para observar que utilizar ejercicios que fomenten el fluir del cuerpo en esas zonas facilitarán que la emoción pueda canalizar su energía vaciando la emocionalidad para recuperar el bienestar y la estabilidad. Continuando con el ejemplo anterior, correr es una buena manera de canalizar el enfado, gritar también. Cuando estamos tristes, cualquier ejercicio que implique cargar al cuerpo de energía nos ayudará a salir de ahí, e incluso, necesitamos respirar profundamente cuando estamos especialmente alegres para no ir a la euforia.
De igual modo, es interesante observar nuestro autocuidado en el ejercicio en cualquier tipo de tarea como en la romería de la Santa Faz. Escuchar lo que nos pide el cuerpo durante el camino, ya sea hidratarnos, o apoyar nuestros pies con firmeza, o situarnos al lado de alguien con quien realmente nos apetezca estar en ese momento.
En resumen, tomando conciencia de cómo se encuentra mis emociones en el cuerpo podremos darle la oportunidad de que él mismo nos guíe en lo que necesita. Un ejemplo sencillo que tal vez os haya pasado: Nunca habéis sentido que habéis estado bailando con más fuerza o con mucho menos ritmo de la que requería la canción que escuchabais? O que en un momento determinado necesitáis saltar sin saber por qué? Vuestra emoción está hablando pidiendo que vuestro cuerpo ejecute determinado movimientos que ayuden a liberalizar lo que está sintiendo de forma inconsciente.
Por ello es tan importante tomar conciencia en nuestro cuidado corporal de la parte emocional, ya que ambas están jugando en todo momento y facilitar que el juego sea coherente y rítmico nos ayudará a que ese autocuidado sea mucho más efectivo y sano.
Inmaculada García Bevia
Colegiada CV 06074