Hace unos años decidí, para afrontar mi estrés, crear una guía antiestrés que hoy os ofrezco en versión resumida para todos los públicos. Espero que podáis aprender las formas en que el estrés es perjudicial para el cuerpo, la mente y las relaciones con los que nos rodean. Pero empezando por el principio…
¿Qué es el estrés?
Os expongo la definición de la RAE: tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves. Viendo esto sería poco recomendable tener estrés, pero craso error. En cantidades apropiadas es una respuesta normal y adaptativa del cuerpo: nos da energía y activa, nos focaliza en el problema a resolver, nos hace más creativos, estamos alerta para respuestas rápidas, etc.
¿Cuándo surge el problema?
Y si esa amenaza supera nuestra capacidad de adaptación, y si esa amenaza sólo es mi mente preparándome para cosas que quizás nunca ocurran, etc. Entonces nuestro organismo comenzará a gastar energía en un pozo sin fondo.
Y esto, entonces, sí tendrá consecuencias si se mantiene en el tiempo y con intensidad. Con estas condiciones, al final se reduce el rendimiento, la concentración o la capacidad de toma de decisiones. Aumenta la frustración, la autocrítica por no rendir igual que antes, puede que aflore la culpa, vergüenza, etc. Esto también complicaría las relaciones con nuestras personas cercanas, y puede que seamos más irascibles o saltemos a la mínima. En cuanto a la salud, reduce las defensas, aumenta la presión arterial, problemas digestivos, etc., sensaciones que hemos sentido todos en algún momento.
Así que me gustaría dar algunas ideas que podáis coger, recomendaciones de ir por casa, recomendables en el caso que nuestro estrés no haya llegado a niveles extremos, y necesitemos ayuda de profesionales;
- Just breath (solo respira). Aprender, ya sea a través de actividades tipo yoga/taichi o en ejercicio físico, cómo respirar, definirá cómo reacciona el organismo ante lo que afronta. Una respiración diafragmática ayuda en: reducir la activación, frecuencia cardíaca, relajar la musculatura, etc.
- Actividad física. Por supuesto, no cualquiera, la que nos guste, la que aparte de tener beneficios en el aspecto salud/físico lo tenga en el aspecto emocional. Sin olvidar de escuchar al cuerpo, ni blanco ni negro, ni sedentario ni activo cada día.
- Hábitos saludables. Como todo en la vida, en su justa medida sin llegar a la obsesión. Hábitos de alimentación, no consumo de tóxicos, cuidado con la bebida, etc.
- Tiempo. El tiempo no es oro, realmente el tiempo es vida, el oro no vale nada. Gran frase de Jose Luis Sampedro. Recurrir a agendas, estrategias como el cuadro covey, etc. Incluyendo dentro de esta organización actividades agradables y así equilibrar la balanza.
- Pensamientos. Las gafas negras de la negatividad, incluyendo mi autocrítica. Siendo simplista, los pensamientos son solo palabras, ¿y si pudiera relacionarme con ellas de otra manera? Un pequeño tip y prueba. Recuerda algún adjetivo negativo que te pongas, no algo muy fuerte, repítelo varias veces en tu cabeza y mira que siente. Ahora, el truco, vamos a coger distancia. Y vamos a pensar en algún personaje con voz caricaturesca, vuelve a repetirte lo mismo, y percibe la diferencia.
- Emociones. Tres pasos para poder gestionarlas: identificar, expresar y regular. Hacer un poco de limpieza en esas habitaciones cerradas internas para que se ventilen. En esto podemos recurrir a búsqueda autónoma, libros, recurrir a profesionales, lo que más nos convenga para ayudar a entendernos.
Es necesario por tanto, aprender a lidiar con los problemas, aprender estrategias que nos ayuden a reducir nuestra activación fisiológica y cognitiva, y así reducir las probabilidades de caer realmente enfermos. En estos y otros problemas podemos ayudarte desde Lucentum Psicología.
Unas veces se gana pero siempre se aprende.
Víctor Galarza
CV13891