Las Fiestas de Navidad generan altas expectativas de alegría, felicidad y celebraciones con amigos y familiares. Pero para muchas personas representan todo lo contrario: una sensación de tristeza, ansiedad y estrés emocional.
Desde que empiezan a aparecer los turrones en las estanterías de los comercios, las luces y adornos en la ciudad, los anuncios en la televisión, comienza también el calvario para un gran número de personas que odian estas fechas y desean que pasen lo antes posible.
La sociedad transmite la idea de que “en Navidad hay que estar feliz”, lo que genera culpa o incomodidad en quienes no lo sienten así.
Posibles causas de la tristeza navideña:
- El contraste interno: Muchas personas viven estas fechas como un espejo de lo que falta: relaciones, seres queridos, estabilidad económica. El contraste entre lo que se espera y lo que se vive puede intensificar la sensación de vacío y de carencia. La presión social por sentirte feliz en navidad choca con situaciones reales que no acompañan a esos sentimientos, generando frustración y rabia.
- Pérdida y Nostalgia: Recordar a seres queridos fallecidos o ausentes, intensifica el duelo y muchas veces nos sentimos obligados a disimular y poner buenas caras para no preocupar o decepcionar a otros.
- Aislamiento: Cada vez hay más personas que están solas sin desearlo, y ver a los demás reunirse, aumenta la sensación de soledad y tristeza.
- Traumas y conflictos familiares: Para otros, la familia no es motivo de alegría y unión, más bien un foco de problemas, resentimientos, traumas y dolor acumulado que es difícil pasar por alto y gestionar en estas fechas.
¿Cómo gestionar la tristeza y el estrés en las Fiestas de Navidad?
En este apartado nos vamos a centrar sobre todo en el Autocuidado Emocional, para ayudarte aprender a validar lo que sentimos sin sentir culpa, poniendo límites a ciertos compromisos y reservando espacios de descanso para nuestro bienestar físico y emocional. Aquí expongo unas sencillas prácticas que os pueden ayudar:
- Valida tus emociones: validar la tristeza es tan importante como celebrar la alegría. Date permiso para sentirte triste sin culpa. La alegría no hay que buscarla, ya aparecerá cuando tenga que venir.
- Practica la gratitud por lo que sí está presente: en lugar de enfocarlo en lo que nos falta, nos ayudaría poner en valor y agradecer lo que tenemos en el presente.
- Cuídate poniendo límites: no te dejes avasallar por los compromisos sociales que no sean de tu agrado y prioriza tus necesidades propias a las de los demás.
- Ajusta tus expectativas: no tiene que salir todo perfecto, haz lo que puedas y lo que te guste, y no te preocupes por quedar bien.
- La importancia de los rituales propios: cada persona puede crear sus propios rituales navideños, más allá de lo tradicional: una caminata, un viaje introspectivo, escribir un diario, compartir tiempo con alguien cercano, ayudar a otros, o incluso decidir no celebrar. Eso transmite autonomía y reduce la presión externa.
- Céntrate en tu bienestar emocional: no necesitas estar ni parecer feliz, sólo encontrarte bien y en paz contigo mismo y con los que de verdad te importan.
- Pide ayuda si lo necesitas: busca apoyo en tu círculo de confianza y recurre a ayuda profesional si lo necesitas.
Recuerda: La Navidad puede ser agridulce y es fundamental aceptar que no siempre tienes que sentirte ni hacer lo que los demás esperan.
Céntrate en tu bienestar emocional y en lo que te hace sentir bien, sin sentirte forzado a aparentar una felicidad falsa e impostada por la sociedad y las apariencias en las redes sociales.
La Navidad no tiene un único significado. Para algunos será alegría, para otros reflexión o incluso melancolía. Todas las vivencias son válidas, y reconocerlas abre la puerta a vivir estas fechas con más autenticidad.
Susana Manzaneque
CV14576



